En cualquier caso, siempre que
el sujeto aparece cumple una norma fundamental: cuenta con un núcleo, al que
llamamos “núcleo del sujeto”. En realidad, el sujeto puede perfectamente estar
constituido por varias palabras (como podría ser “yo”, o “tu”, o “él”, o
“aquél”), aunque es más común que lo formen varias palabras (“ese chico”, “mi
padre”, “tus amigos”, “el bar de la esquina”). En el primer caso, la única
palabra que conforma el sujeto es su núcleo. En el segundo, aunque las palabras
que lo conforman sean muchas, siempre existe un único núcleo que normalmente es
muy fácil de identificar.
El núcleo puede ser un
pronombre tónico (como “yo”, “tu” o “él”), o también un sustantivo u otra
palabra que cumpla el papel del sustantivo (como podría ser un verbo en
infinitivo, sustantivado). Como ha de resultar evidente, el sustantivo es el
elemento principal del sujeto, su sustancia, como el verbo lo es del predicado.
De hecho, el sujeto siempre es un sintagma nominal, y un sustantivo, o un
sustituto del sustantivo, su núcleo.
En
torno a él pueden agruparse tanto artículos, como “él” o “los”, cosa que ocurre
con bastante frecuencia. De hecho, lo más habitual, en español, es que el
sujeto empiece por uno de estos artículos (“el árbol”, “los bares”, “las chicas”). También es bastante común
que aparezcan adjetivos, tanto antes del sustantivo, en forma de posesivos
(“mis amigos”, “tu padre”), como después, en forma de calificativos (“el árbol
verde”, “el perro grande”, “el bar nuevo”), que actúan como complementos del
nombre. Alrededor del núcleo, en realidad, y sin prejuicio de que éste siga
siendo el verdadero eje del sujeto, pueden aparecer sin mayor problema otros
sintagmas nominales que complejicen el sujeto, pero todos ellos seguirán
complementando de forma inevitable al núcleo principal (como en “mis compañeros
de clase”, “los empleados de la oficina”, “aquellos días interminables del
pasado verano” o “el día más caluroso del último siglo”).
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